Frida Isabel Hernández Peña*
El feminismo ha emergido como uno de los movimientos sociales más influyentes de las últimas décadas, buscando la igualdad de género y el reconocimiento de los derechos de las mujeres en todas las esferas de la sociedad. En México, los movimientos feministas en todas sus ramas e intersecciones han ganado fuerza y visibilidad. Gracias a los grandes movimientos sociales, académicos y culturales el feminismo se ha convertido en una fuerza transformadora en la sociedad mexicana, desafiando las estructuras patriarcales y los sistemas de poder. Sin embargo, el feminismo ahora es utilizado por diferentes actores políticos con fines diversos, lo que ha generado debates acerca de la apropiación y manipulación de esta lucha con fines políticos.
En la participación política de las mujeres feministas se encuentra la posibilidad de transformar los sistemas de gobierno. Es entonces esencial que al momento de elegir quiénes serán nuestros representantes en el gobierno, seamos capaces de discernir entre la simulación y las verdaderas convicciones de aquellos que prentenden mostrarse como portavoces de un lucha de hace siglos. La Diputada Argentina Silvia Lospennato en su intervención en la cámara de Diputados, cuando se discutía la despenalización del aborto en 2018 exclamó:
Este es el siglo de las mujeres, más tarde o más temprano las jóvenes que portan en sus mochilas los pañuelos verdes, van a conquistar los derechos que reclaman. En sus dedos está el poder de votar por nuestros derechos, no les tiemble el pulso para hacerlo.
La lucha feminista en México se enfrenta a desafíos únicos en términos de violencia de género. El país ha experimentado una alarmante ola de feminicidios y violencia machista en los últimos años. Sin embargo, las respuestas a esta violencia a menudo han sido insuficientes y han dejado de lado las experiencias y necesidades de las mujeres más vulnerables. Por tanto, es necesario abordar esta violencia de manera integral, considerando las intersecciones entre la violencia de género, la discriminación racial y social, y la falta de acceso a la justicia. Es importante entonces, también cuestionar y desafiar los privilegios dentro del propio movimiento feminista. Es fundamental reconocer que algunas mujeres tienen más privilegios que otras debido a su raza, clase social, educación y otros factores. Esto implica ser conscientes de los espacios que ocupamos y cómo nuestras luchas pueden ser diferentes y estar interconectadas. No podemos permitir que el feminismo se convierta en una lucha exclusiva de mujeres privilegiadas, sino que debe ser inclusiva y representar a todas las mujeres.
De la misma manera es importante diferenciar entre verdaderos acercamientos feministas, que busquen realmente el cambio dentro de las estructuras gubernamentales y el marketing político en la era de las redes sociales. Con esto quiero referir directamente a la apropiación del discurso feminista por parte de los políticos en México. Los partidos utilizan el feminismo como una estrategia política para obtener votos y ganar legitimidad, sin un compromiso genuino con la lucha feminista. Esta apropiación del discurso feminista es una forma de manipulación, que banaliza una causa verdadera de mujeres y para mujeres. El discurso feminista se usa como una forma de oportunismo político. Durante los procesos electorales, se adoptan posturas feministas para ganar simpatía entre el electorado y posicionarse como defensores de los derechos de las mujeres. Sin embargo, una vez en el poder, las promesas se diluyen y las demandas feministas quedan relegadas a un segundo plano.
Los colectivos feministas autónomos han jugado un papel fundamental en la promoción de los derechos de las mujeres en México. Estos grupos se han destacado por su organización y su capacidad para movilizar a la sociedad en torno a las demandas feministas. Sin embargo, también han sido objeto de apropiación, provocando la trivialización y banalización de causas legítimas, por parte de quienes buscan capitalizar su influencia y utilizarla en beneficio propio. El desafío para los colectivos feministas es mantener su autonomía y no permitir que sus demandas sean instrumentalizadas con fines políticos. Para ello, es necesario fortalecer la conciencia política y la capacidad de análisis crítico de la sociedad en general, para identificar cuándo se está utilizando un movimiento con fines políticos y cuándo se está promoviendo una verdadera transformación social.
La apropiación política del feminismo en México tiene diversas consecuencias. En primer lugar, debilita la lucha feminista genuina, ya que desvía la atención y los recursos hacia objetivos políticos partidistas en lugar de enfocarse en la erradicación de la violencia de género y la búsqueda de la igualdad. Además, la apropiación del movimiento puede generar un desgaste en la confianza de la sociedad hacia la verdadera política (aquella que no está fundada en la simulación) y las instituciones en general. Cuando se usa el feminismo como una estrategia para obtener votos no solo hay manipulación y falta de compromiso real con los derechos de las mujeres, sino que se invisibilizan aquellos movimiento legítimos que intentan hacer reclamos verdaderos. En este sentido, el movimiento se desvirtúa al trivializar las demandas del feminismo como una estrategia de publicidad.
La apropiación del discurso feminista con fines políticos en México es un fenómeno complejo. Si bien es importante reconocer la importancia de los actores políticos en la promoción de la igualdad de género, es fundamental evitar la manipulación y el oportunismo político. Como sociedad debemos estar atentos y ser críticos ante las estrategias de apropiación del discurso feminista, asegurándonos de que las demandas y luchas legítimas de las mujeres no sean utilizadas como meros instrumentos de promoción política. En última instancia, es crucial mantener el enfoque en los objetivos centrales del feminismo: la erradicación de la violencia de género, la igualdad de oportunidades, el empoderamiento de las mujeres y el replanteamiento del sistema patriarcal. Solo a través de un compromiso genuino y una acción colectiva podemos lograr una verdadera transformación social.
*Licenciada en Derecho; Maestra en Ciencias en Derecho Energético y Política Energética y cuenta con un Doctorando en Derecho Ambiental.












