Ana Rosa Pérez Lemus*
El olvido también es político, y se considera que no se ha aprendido nada cuando entre otras cosas se contemplan años de formación académica, foros, libros, revistas exposiciones, conferencias en donde se enmarca la participación política de las mujeres como eje de la democracia y avance de derechos, y no se ejecuta la participación política de las mujeres en su totalidad. En tiempos de la Cuarta Transformación (4T) que ya es feminista, después de una larga lucha se logró que se abriera la puerta de los espacios políticos. Hoy, se usan de manera cotidiana los espacios políticos como forma de expresar la igualdad en este ámbito, sucede que se olvida que la «Tierra es de quien la trabaja» frase para recordar del revolucionario Emiliano Zapata que en síntesis envuelve un sentimiento de lucha que se ha adoptado para reivindicar los derechos de propiedad y de las tierras de las mujeres y hombres campesinos, hoy considerado pilar del humanismo mexicano, base de los principios fundamentales del movimiento.
La memoria es un proceso subjetivo que se encuentra apoyado en elementos sociales y culturales como en lenguaje, costumbres, legados, sin embargo, no toda memoria se convierte en pública o colectiva, porque a menudo el silencio cubre las voces a manera de censura que influye en la participación política en territorio.La memoria pública requiere de un esfuerzo para su construcción, en ocasiones a marchas dobles cuando se trata de mujeres, en cambio las memorias sociales se construyen de la respuesta de los ataques de tipo político y aquellas en contra de las mujeres son los considerados como «ataques inocentes» minimizados, pero que laceran las posiciones de igualdad, restan presencia, y se corre el riesgo de caer en politiquería barata, o guerra sucia hacia las mujeres, por el simple hecho de cometerla.
Las políticas de memoria varían de acuerdo a la naturaleza y los legados del régimen opresor, como lo que sucede con los espacios tanto en lo privado como en lo público, tiene mucha similitud la historia del pasado con lo que ahora sucede, las luchas, trabajo y desarrollo de las mujeres en territorio, ya sea en los pueblos, comunidades, colonias, alcaldías, ciudades, son punto de partida de la violencia política de género, ya que tener voz, voto, participación y presencia, es la lucha de cada día en contra de opresor patriarcado, como en aquel entonces, año 1911, las mujeres reclaman espacios corporales, familiares, sociales, laborales, políticos, así como abrir brecha para otras mujeres, demostrar que la igualdad y la participación política son valores fundamentales y legítimos de la lucha feminista.
El patriarcado representado por los patrones y dueños de las tierras ahora representados por la derecha conservadora, que nada cambia y que solo persigue privilegios y seguir como en ese momento de la historia, retorciendo los derechos fundamentales. Y para que detenten el poder en prejuicio de las mujeres, usándolas o tomándolas solo como objeto tanto como de propiedad como de explotación, sin ver y reconocer las capacidades como líderes políticas. «El Opresor» como entonces se ha apropiado de las tierras y espacios de participación política y actualmente forma parte del mayor obstáculo en la toma decisiones sobre el cuerpo, vida, entorno, y lo más agobiante que se perciba a las mujeres como parte de esa tierra y escenario de y para «ellos» y no de un espacio y territorio de un “para nosotras», justificar las narrativas de memoria social y darle sentido a la opacidad de la violencia política que no reconoce el trabajo y desempeño de las mujeres, tanto del discurso y propuesta política sino que las limitan y marcan para opacar, distorsionar, mermar y disminuir su participación política. Impiden que las mujeres se apropien del territorio, de lo que acontece, que sean protagonistas, hacer y ejercer derechos hace que ese «nosotras» sea atacado constantemente por la violencia política a cualquier nivel, y hasta llegue a ser cotidiana afectando las funciones de desarrollo de liderazgo y empoderamiento que se han ganado caminando juntas y organizadas.
Tener memoria es tener siempre presente que las luchas del pasado nos guían para hacer puntos de referencia e incidir en el presente, definir los territorios, desde el cuerpo hasta los espacios públicos y privados, apropiarse, vivirlos, sentirlos como parte de un todo que nos corresponde, hacerlos cotidianos, y trasmitir así como darle continuidad a las voces de las mujeres en política, en el poder y desempeño y desarrollo que son las del presente que será la narrativa del pasado para reforzar el Feminismo popular dentro del Proyecto de Nación 2024-2030. Hoy construimos en territorio nuestros derechos y libertades.
* Abogada Feminista egresada de la UNAM con especialidad en Derechos Humanos de las Mujeres.
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