Karla Jannette Pedrin Rembao*
El patriarcado y el capitalismo funcionan de la mano y en especial sincronía globalizadora, generando un sistema de dominación y control, especialmente al cuerpo de las mujeres, y con más ahínco al cuerpo de las mujeres pobres, indígenas o afrodescendientes, y así la comunidad LGBTQ+.
El neoliberalismo vino a precarizar directamente la condición de las mujeres, quienes han sido el generador de los mayores enriquecimientos a las empresas privilegiadas por el sistema, dado a que la explotación del tiempo y fuerza de trabajo, incluyen los cuidados y el trabajo del hogar, que por las ideas tradicionales al patriarcado son realizadas por las mujeres.
No es casualidad que los países nórdicos que han mostrado mayor empoderamiento de las mujeres en el mundo, no hayan avanzado en igual forma en la distribución de las tareas de cuidados, y que, al reconocer esta resistencia en las comunidades, las mujeres hayan decidido no concebir, dejar de tener hijos. Es así que esta manifestación colectiva y resistencia femenina a mantener una carga social que beneficiaba no solo a los hombres sino a las mismas empresas, tuvo eco en los gobiernos y estos generaran estrategias para la justa distribución de las tareas de cuidados a los hombres, también al mismo gobierno, como ente garante de los cuidados de la población. Esta decisión, impulsada por la resistencia de las mujeres que ya habían vislumbrado un futuro libre de condicionamientos que las limitaran en su propia felicidad, vino a marcar la pauta para generar nuevas masculinidades más centradas en su propia emancipación machista.
Al identificar el binomio asesino del patriarcado y el capitalismo, podemos ver que mientras que el feminismo siga incidiendo en la sociedad, se irá dignificando la misma reproducción social. En la medida que haya más hombres cuidadores de su entorno, sus cercanías, su comunidad, veremos hombres o personas con menos necesidad de controlar y así de violentar. La apuesta feminista para lograr la igualdad de trato y oportunidades entre las personas, va encaminada no solo a beneficiar a las mujeres, a las adolescentes o a las niñas, viene también a liberar el yugo patriarcal que le tiene la bota en el cuello de los hombres, que los ha privado de generar vínculos amorosos y afectivos con sus relaciones cercanas, sus familias, su descendencia, su comunidad.
Es así que el capitalismo y después el neoliberalismo, vinieron a encontrar un campo fértil en el patriarcado, donde la idea preconcebida del individualismo fomentado por el culto a la personalidad. La idea de superioridad sobre el diferente o la diferente, colocaron la justificación perfecta para poder explotarle y así acabarle, sin ver que estaban acabándose a sí mismos. Es causalidad que bajo el régimen neoliberal se hayan desaparecido la mayor parte de la selva lacandona, extendido los desiertos, aniquilado especies, asesinado el mayor número de mujeres y niñas en la historia y que la contaminación sea ahora el mayor de nuestros problemas. El patriarcado nos quitó cuidadores y a las que cuidan el capitalismo las está matando.
El vínculo entre la distribución de los cuidados y la erradicación de las violencias contra las mujeres, va más allá de resolver una de las deudas históricas de la humanidad hacia las mujeres, trastoca las columnas que mantienen al patriarcado en la sociedad, desde la idea de quién sirve a quién; y al patriarca siempre le sirven. Una idea basada en la superioridad moral de lo masculino, una visión androcentrista que coloca al resto a su cuidado y atención.
Así, el vínculo entre el patriarcado que coloca en el centro lo masculino y el capitalismo al dinero, es que ambos dejan de lado a las personas y a la naturaleza, a las mujeres y al amor, y en un país cada vez más politizado, consciente del fracaso neoliberal y machista, su condicionamiento ha perdido vigencia en las nuevas generaciones, rescatado insistentemente por sectores religiosos o económicamente privilegiados, a las juventudes les queda claro que es violencia y no la quieren, son intolerantes a la discriminación y al abuso, y eso marca una nueva forma de planificar su vida, o simplemente una nueva forma para ser felices.
* Licenciada en Derecho UAG. Maestra en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Baja California. Directora del Instituto de la Mujer para el Estado de Baja California 2020 a la fecha. Consejera por Morena Baja California 2022. Distrito 3.












