Frida López Rodríguez*
No recuerdo cuando llegué.
Necedad del México pasado
Hizo que naciera donde brotó
tanta agua como tierra.
Diluvio fueron las horas de mi madre
Suplicó llevara el cielo adentro
Y de nubes cargadas heredé la espalda del sureste
El rezo a fondo
hizo de los primeros días
Un arrullo tornasolado.
Rincón de manos anhelantes,
piedra hecha de fe sureña,
iglesia de San Isidro Labrador,
morada de luz antigua,
irradiando los nombres de lugareños
esos que se olvidan por estar lejos del centro,
De ese norte que bien podría ser el final.
En el cerro del Tortuguero
descubrí con mi estatura de niño
que cualquier punto puede ser altura,
sólo hace falta quien quiera calzar
la estela de pobladores honrados
y escalar, y sobrevolar, y sobreamar
hasta que el amanecer de Macuspana
despierte con monolito azul sobre sus pozos.
La juventud fue marcha tabasqueña
herida de Baktun, azote de pantano,
pobreza de espacio y tiempo,
muerte de oro negro, la lengua rota de Víctor Jara,
la América todavía no es nuestra de José Martí,
la cuenta larga de la injusticia que espera, siempre espera,
Creciendo como llaga verde
Así me gane mi apellido.
Tan común entre los oriundos del bien,
nada importa si son de Ampuero o de Tepetitán,
por común, mi nombre se hizo protesta
y a la hora de vuelo llego, lo mismo de retorno,
por historia, por conciencia que se recita a sí misma,
en el canto del Usumacinta, en el clamor de la vida desaforada.
Aprendí a cosechar de nuevo las leyes
en las veredas cansadas di los primeros pasos
que todo soldado tuvo que dar,
que todo reformista tuvo que dar,
que todo héroe anónimo tuvo que dar,
al alcance de todos sus bolsillos Juárez y Madero
se volvieron moneda de cambio para el hombre real.
En el borde de la república
veo el rocío de mi convicción natal.
A donde quiera que vaya haré sur,
de las ruinas de Numancia
entregaré la victoria al humedal amplio
con el latín de la izquierda
anhelada por el sembrador,
por ese criollo que bien pudo llamarse José,
haré de todo mar un oleaje vivo.
Yo que de tabasco voy
me iré hasta que el agua
no provenga más de los ojos de mis paisanos
*Poemario CUALQUIER PUNTO PUEDE SER ALTURA, Ciudad de México, 2023











